
De irse, volver e irme volviendo...

Resurrección de los recuerdos

Y me brotan de la piel enredaderas con espinas
Fertilizan este vientre de la nada que dejaste
me quieren reverdecer, y se enraízan
Hoy es uno de esos días en que no quiero
Hoy es uno de esos días que estoy aparte
Hoy es uno de esos días en que me canso de esta farsa
de olvidarte.
Hoy es uno de esos días donde el dolor está completo
y la lluvia baja suave y repentina,
de visitas de fantasmas clausurados y desechos
que despliegan sus cadenas y me gritan
“ya no amanece.. pasa de largo
La solitaria caravana del letargo
Tiran con rabia los coroneles
Y sus soldados chillan los dientes
En un concierto de quejidos estridentes
Abren sus alas, esperan, muertos,
Esta trivial resurrección de los recuerdos”
Y las lianas espinosas van dejándome en lo oscuro
y me cubren en un mundo de silencios,
y se trepan como arañas escalando cualquier muro
devorándole los frutos a los sueños
Y mientras tanto seguís vos con tu invasión en aguacero
Aumentando los caudales de mi melancolía,
Ojalá que el corazón no se me quede al descubierto,
porque hoy es uno de esos días…
en que me ahoga tu recuerdo
Crónicas de los árboles humanos

Enorme, rugoso,
y mi pueblo sabe que lo lleva
en una multiplicación de cristos;
aquel con la camisa rota,
aquel con su vientre en deuda,
aquella comiendo ajeno, y lavando propio.
Todos con su cruz a cuestas,
ya no me alcanza;
su cruz a cuestas,
quiere dejarme;
su cruz a cuestas,
van a matarlo;
su cruz a cuestas
yo ya no existo,
madero y senda.
Ya no hay más Gólgota
para tanto árbol humano,
y la muerte, agradecida,
hasta siente fervor patrio,
y esos pobres condenados se pelean las espinas;
ya hay escasez de clavos,
y hacen falta más Marías;
sobran Pedros que nos nieguen,
faltan judas que nos lancen,
y ya no existe el coraje para resucitarse.
Todos esperan las doce,
¡ya todos quieren sembrarse,
morir en el más abierto abrazo,
con una herida de lanza
perforándoles el pecho,
para que dé testimonio
de que deben estar muertos!
¿Quién quiere meter la mano?
¡Somos mártires del pueblo!
Castigos por la palabra,
¡marchamos sin sirineos,
ésta es mi cruz, y la acepto,
y yo solo me subo y me clavo!
¡Yo solo me muero!
Parece que se duerme el pueblo…
¡y que nos den más vinagre,
para hacer más trágico el cuento!
(¡yo también he sangrado!
¡Mire el montón de marcas
y vea cómo he sufrido!)
¿cuánto quedamos debiendo,
para qué es el sacrificio?
¡Ah, madero tan pesado,
cómo conviertes el suelo
en cementerio clandestino,
si no hay más Arimateas
que dejen dormir nuestro sino!
El abrigo, el anhelo
trascendente, volátil, presente e intangible,
tan esperanza, tan aire,
como al recorrer tu vientre tantas veces escalado,
y crear los griegos elementos que conforman la materia.
El sueño de las frases en tus ojos ilegibles,
el fuego en las paredes, en las lunas, en la almohada,
el aire en las mareas, en nuestro oleaje salado,
el cosmos en tu ombligo, en tus promesas de madre,
como vestidos de Olimpo que al volar no dejan huella.
Añoro los tambores, el calor, el viento denso,
las danzas africanas a cien horas por segundo,
en el pecho, para el mundo
que se detiene y escucha capturándonos los ecos,
mientras todo lo llovemos, consumados, casi verbos.
Y llega el momento, la lanza temible,
los héroes, las antorchas, los gritos y las marchas,
y Nicoya dormida abrupta se levanta,
y nos ve de guerrilla, uniformados de plata,
mas se aleja de puntillas, pero su risa es audible,
y la noche se avergüenza como envidiosa del alba.
Como una segunda piel, pareces escucharme,
y te duermes en mi pecho, y sin darte cuenta, me matas.
Como para un final.
mucho más que tu sonrisa
y esa calma que muere y renace
cada vez que te miras en mi rostro
Hay mucho más en la vida que tus ojos,
millones de cosas difieren de tus manos;
hay más que tu nombre, más que tus besos,
el mundo es un lugar sorprendente y amplio
con cielos similares a tu calma,
con frutos parecidos a tus labios.
Mas, como siempre, existe un sin embargo,
pues este mundo es el mundo,
y tus manos son tus manos,
y tus besos son tus besos,
y tus labios son tus labios,
y la delicada simbiosis,
la comunión entre ambos,
con el mundo siendo mundo por nosotros,
y nosotros al rehacerlo y contemplarlo,
eso mi amada compañera,
es vida con vida dando vida,
es el alfa y el omega en nuestros brazos.
Hay más en la vida que tus ojos,
y sin ellos, compañera,
¡sin ellos falta tanto!
Poema de Becky
Sos a veces tan otoño de hojas cayendo lento,
De fríos estremeceres como anticipando inviernos,
Sos a veces tan otoño de lágrimas en el suelo,
Que es imposible mirarte sin que me tiñas el cielo
Sos a veces tan lejana como el acorde del viento
Aunque hablas desde el pecho, a corazón abierto,
Pero a veces, por las tardes, se acerca tanto tu aliento
Que juraría que te abrazo, que te respiro y te anhelo.
A veces quisiera ser vos para esconderme en la risa,
Quisiera poder dejar a un lado mi desidia,
A veces quisiera ser vos para captar de esta vida
Todas las cosas que guardas en tu corazón de niña.
Sos a veces tan otoño, muerteviva de caricias,
Que te imagino volando en remolinos y brisas,
Sos una estación de la mente donde sanar las heridas
Una caja de Pandora, toda mujer, toda vida.
Utopía #1
no lo malvivo,
y el poema me trasciende de los dedos
Poesía es ahora para mí una cascada
es hacerte reír y estremecerme
Yo ya no sufro de amor
sino de tantas
y muchas otras cosas menores y perennes,
como el hoy, el trabajo, el hasta siempre,
todo tan minúsculo y tan débil,
tan poco vital y descartable
ante tu mayúsculo calor de día tranquilo.
A veces los amigos me reclaman
esa poesía de letras transhumantes
que a veces pertenece solo a sueños.
Pero yo no añoro nada, soy completo
siempre y cuando me tomes de la mano,
soy completo siempre y cuando
comiencen y terminen en vos todos mis días,
Ya no padezco de amor, ni de poesía,
no necesito gritar que los concibo,
La cicuta muda

El gran fumador

aspiro y me abandono al respirar,
lo siento cabalgando en mis pulmones,
me invade por debajo de las puertas,
cambio oxígeno por humo,
parpadeo,
y la brasa exige consumirse.
Sonríes, abrazas y besas,
y a dos o tres miradas de distancia
apago el fuego con mi lengua.
Busco nuevamente y enciendo,
aspiro y me abandono al respirar,
la amarga nicotina de todas las cicatrices
me invade por debajo de las puertas,
me sangran las encías, la nariz, el corazón,
parpadeo,
y me duele asumir otros colores cada vez.;
sonríes, abrazas y besas,
una ira recorre mi pupila, y entonces
apago el fuego con mi lengua.
Las cenizas van nublando mi cabeza
busco nuevamente y enciendo,
me delatan los poros que supuran
la amarga nicotina de todas las cicatrices,
y de a pocos percibís con el olfato, algo te dice:
“me sangran las encías, la nariz, el corazón”,
me percato y con gestos te confieso:
me duele asumir otros colores cada vez,
me duele el engañarme y desmentirme.
Una ira recorre mi pupila,
la siento cabalgando en mis pulmones,
las cenizas van nublando mi cabeza,
cambio oxígeno por humo,
me delatan los poros que supuran
y la brasa que exige consumirse.
De a pocos percibís con el olfato, algo te dice:
“…y a dos o tres miradas de distancia
me percato y con gestos te confieso:
me duele el engañarme y desmentirme”
Poco a poco enciendo con mis ojos mi recuerdo,
Nuestros ojos me consumen,
Ya no me mirés más.
Quimera en tres movimientos

En el primer momento
tenés esa mirada que todo lo derriba
ese asombroso impacto que todo lo estremece;
la ballesta de las luces,
la velocidad patente
en el vértigo y el frío
de las estrellas candentes,
en dos suspiros del alma,
en dos oculares vientres.
Yo desearía contarte
que entre un parpadeo y otro
del palpitar de tus ojos
he viajado en universos
y distancias infinitas,
edades se han revelado,
celestiales experimentos
y mil explosiones míticas
de verdes, azules y rojos,
y novas que implotan y arden
en oscuridades tibias.
En el segundo momento
tenés esa mirada que de todo se adueña,
esa que todo contiene, que todo invisibiliza,
la omnipresencia errante
en deidades de pupilas,
la magnánima incidencia
de las intenciones mínimas;
el gran agujero
que inexplorable levita
sobre aquel todo que llena
sus grandes redes vacías.
Yo desearía contarte
que en un pulso que han marcado
tus terribles espejos de éter,
he visto caer ciudades
y levantarse pueblos,
he sentido tierra y aire
y oído latir los cerros,
he visto el manto partido
en la fachada del templo
y mezquitas que iluminan
con sus cúpulas los cielos.
Pero en el tercer momento
tenés esa mirada desde tus sueños de niña,
aquella que todo sabe
pero de momento olvida,
aquella danza violenta
del impulso y de la risa
cuando nace y crece el miedo
en el Creador de la vida.
Yo desearía contarte
que tras una intermitencia
de tus ojos, ¡maravilla!...
vos los cerraste de golpe
y se han convertido en semillas
cuando tus labios crearon
en los míos , su caricia.

Mapa del todavía
Si me vieras de costado, detenido,
notarías un ligero abultamiento
en la porción del pecho donde se guardan las ganas.
Está aquel espacio abarrotado
de no sé cuántas miradas perdidas,
cuántas robadas,
de algunas manos, de algunos manazos,
de kilómetros de acera, asfalto y trillo,
de kilos y kilos de hule para suela de zapatos,
del delicioso cansancio del esfuerzo físico,
y del físico esfuerzo por mantener un equilibrio…
Hay también algunas escaleras,
algunas botellas, algunos vasos,
centenares de noches dentro de una cajita,
clasificadas por lunas, por colores, por caricias,
por insomnios, somnolencias,
nochebuenas y perdidas,
noches para Eros junto a Tánatos,
y con similares criterios,
clasificados los días.
Pero la porción del pecho donde se guardan las ganas
también está llena de frutos sin semilla,
de sed por matarse a miradazos,
de hambre por morirse de caricias,
de envidia de una piel efervescente,
y el calor que despierte su codicia,
de una voz que me pida un “no te vayas”,
y del eco de mi voz como en poniente
que le mienta, que le dé un único engaño,
respondiéndole que hoy no tengo prisa…
Si me vieras de costado, detenido,
encontrarías tantas cosas
que robé de tus pupilas…
Catalepsia

¡Me escribo tan poco últimamente!
Son tan escasos los lapsos en que me encuentro,
me fumo, me escucho y me respondo,
y a veces, para ganar confianza, me converso…
Ignoro si conversar y convertir son hermanas de leche,
pero, ¡cómo influye en ocasiones una buena discusión
conmigo o con cualquiera!
¡Qué placer aquel de cuando se bota una hilera,
pensamientos racionales, dominó impuesto,
romper estructura, cada cosa significa,
cada gramo de ceniza un campo semántico,
una idea cada gramo de ceniza!
¡Qué poco me visito últimamente!
Aún sabiendo dónde vivo, aún viviendo,
procuro evitar el domicilio donde me fui a esconder
en el más escandaloso concubinato,
con vos, tu recuerdo y mi poesía,
siendo felices los cuatro, no existiendo,
y yo ahora me muerdo los nudillos de la envidia,
y gasto en llamadas, en zapatos, en correo,
pero no disco, no camino, no escribo,
y sólo sé de mi cuando en la calle,
de pura casualidad me encuentro y me sonrío…
Últimamente, las noches son tan largas,
y los días tan fríos,
que prefiero esperar la próxima estación
antes de buscarme y preguntar
cómo está aquel yo que se fugó contigo…
Reminencias recesivas, telúricas réplicas

es la negación de una existencia,
es rehusar a un parnaso,
dejar de lado un desorden incontable
de hipérboles lúdicas y muestras de fe.
Es no tomar en cuenta el cronómetro del sol,
irrespetar las cuentas rezadas por la anciana,
callar de golpe el viento y el bambú,
sufrir el vértigo del filo de la espada,
dormir con chupón al hecho inexorable,
aprobar el curso de amar, y no aprender.
Olvidarte, es decir, recordarte en negativo,
le consume tanta sangre a la pared y los relojes
que la una se inclina entre el bahareque y el siglo
y los otros padecen tal vergüenza incontenible
que pierden su cordura en quince para las doce.
Olvidarte, al fin, es una farsa tan completa
que roja de hipocresía
se esconde la vana fuerza,
la sonrisa defendible,
los besos en horas muertas,
y la vida se disfraza vistiendo otra vil careta,
y suele llegar el alba, ¡pero mi noche se queda!
Olvidarte…
nunca escogió peor morada
mi tristeza…
No ha pasado nada

Este poema se me ocurrió imaginándome una escena en la cual un joven, despuès de intercambiar varias miradas con una señorita que se encuentra en el mismo restaurante en el que él está, decide hacer algo poco usual... levantarse, acercársele y besarla.
No crea usted que pretendo cometer algún agravio,
no crea usted que mirándola fijo pretendo generar un desencanto.
Se equivoca. Yo apenas la conozco.
No pierda el tiempo en eufemismos,
ni trate de evocarnos la conciencia.
No intente los forzados escrutinios
de una lógica que explique las fronteras.
Aquí no ha pasado sino una estación del alma,
como decir,
aquí pasó la primavera.
Esto que usted siente no es más que el corazón
latiéndome en el labio que la besa;
Esto que yo siento es la avalancha
que se roba nuestros aires, y nosotros,
apenas si sentimos esta vida
corriendo en su galope por los prados de las vértebras.
Pero no se moleste. Aquí no ha pasado nada.
Aquí sólo paso el tiempo,
como queriendo cortar nuestras cabezas.
No se equivoque. Nunca quise ofenderla.
Yo me voy sin excusas con que cerrar sus lágrimas abiertas,
la dejo entrehablando, entresonriendo,
como yo cuando esta noche fume
y la recuerde calentándome las venas
con el más agudo néctar que se pueda
robar de una flor cerrada y nueva,
que se expande y se contrae, como nube.
Yo me voy. No se moleste en levantarse.
Quédese de nuevo así, lejana y lúgubre,
como antes de atreverme a arrancarle siquiera
su mirada al vacío, para imprimir sus ojos
en mis pupilas que así quedaron huérfanas;
ya no me pertenecen, no cuento más con ellas.
Con permiso. Ya me marcho.
Aquí no ha pasado sino un génesis abrupto,
como decir,
aquí chocaron dos estrellas.
Usted siga sentada y no se apene,
A mí también me ardió el alma desnuda,
a mí también decir adios me duele.
El Cánon de Penélope (aferrarse a un árbol seco)

y no renuncio,
aunque te marchés de pronto,
aunque ya no quieras darte,
aunque me negués tu vida
como queriendo matarme,
aunque finjás, como lo hacés,
que nunca quisiste mi alma,
sé que me son fieles las frases
y latentes las miradas,
y que en las noches calladas y largas como tus máscaras
de vez en cuando reís
cuando te asalta el recuerdo,
y una vez perdida esperás
la llamada quiebrasueños.
No me despido de vos,
Y no renuncio,
porque ver la vida en vos
no es vivir del recuerdo
ya que recuerdo la vida
porque vos le diste tiempo.
Yo no renuncio,
no debo.
Puede que salga, quizás,
a buscarte en otro tiempo,
a envejecer un poco,
a coleccionar camino,
puede que me vaya incluso,
mas no me despido de vos
sino porque te encuentro en cada humedad de setiembre,
en cada tarde en batalla,
en cada charco que brinco en las calles de mi pueblo,
en el vaivén de mi hamaca, y en cada esperanza,
y luego,
me doy cuenta que al llevarte, obstinado, terco,
aferrado a un árbol seco,
rescato el aroma de la vida
que me enseñaste a respirar sobre tu pecho.
No me despido de vos,
y no renuncio,
porque por vos es mi historia en este algoritmo resuelta
y a ese dogma consagrada,
si estás o no estás ¡es tu espada!,
con vos o sin vos ¡es mi vida!
…por eso no digo adiós,
y te quiero todavía.
Desierto de Atacama [40 días con sus noches]
un siseo de silencio que llega a ningún oído,
unas manos abiertas, pero secas,
unas ganas enormes de ser niño,
la esperanza que migra a otro sueño
y unas alas atrofiadas y maltrechas.
Tengo en los bolsillos medio quinto,
y traigo en la mirada dos cansancios;
voy con tres puñaladas en la espalda,
y ya me cuesta respirar y dar un paso.
Tengo una ironía que no me dice nada,
una ausencia atravesada en mi garganta,
y un tal vez tan lastimado, tan herido,
tan lleno de fe, tan redentor, tan condenado,
que camina dejando su huella ensangrentada
cual barata imitación de Jesucristo.
Y en las venas, en las venas traigo
tinta fermentada
por un corazón que adolece tus latidos,
y mis ojos,
a fuerza de estrellarse contra el muro de tu espalda,
tienen ceguera de futuros y de olvido.
Estoy, en fin, lleno de tanta nada,
tanta ausencia y nulidad, ¡tanto vacío!,
y se ha vuelto la carga tan pesada
que me siento a descansar en cada casa
que quiera poner Dios en mi camino,
y me disipo, encorvando más la espalda,
y en cada estación me nadifico,
y se esconde mi alma, temerosa del juicio,
pues debió ser egoísta y trascenderse,
y le atormenta no cumplir su cometido.
¡Cual discípulo de luz me condenaste
a ser ejecutado y perseguido,
a morir crucificado boca abajo,
con el mundo al revés en la mirada
y la fe en la promesa de tu abrigo!
Sobre resucitar este amor tan vivo
que el amor, con su edad cronológica de piedra
y su actitud de infante
no pasa a ser otra cosa
que la marca perenne en las rodillas
de una falacia que los que odian
nos venden.
Los que odian con el vientre y con las manos
Los que odian a través de los ojos
del odio mismo;
Un engaño tan cruel no puede venir
sino de una mente privilegiada
y no puede ser asimilada
más que por un cerebro perturbado.
Y no digo que el amor no exista
digo que el amor esencial se muere
cuando la programación perversa e ilusa
que gozan en los orgasmos
los dioses del odio
- esa manía de pedir lo que no se tiene
aunque se tenga lo que todos buscan,
la maldita tendencia
a convertir el amor
en un artículo capitalizable -
se confabula con el orgullo
y vuelve el vivir el amor
en un consumir el amor.
¿Por qué aquella muchacha
de carnes firmes y vientre joven
ruega en las noches
por que venga el amor,
el mismo que consume todos los días
por tratar de ponerle riendas y colores
a un caballo indómito?
¿Por qué el amor que late,
que hace reverdecer al mundo,
que a diario alimenta al alma y al cuerpo
de pronto es enmascarado con una esperanza,
más bien exigencia
de un galanteo añejo marca Sanaplast
que no necesariamente siembre más amor,
pero al menos cubra las heridas?
El amor verdadero
no es una maqueta estrafalaria
que se alista para el carnaval
y se pinta de fosforescente.
El amor verdadero
no es la telenovela absurda
ni el superhéroe encapuchado.
El amor, amada mía es un ser vivo
con una raíz en tu puerto, y la otra
simple y comúnmente
clavada en mi pecho.
¡Deja de lado esa niebla rosa
y mira como tus lágrimas
caen sobre tu corazón,
desde hace tanto tiempo florecido!
Hades o del delirio

Y de repente vi
una oscurísima punta de aguja,
una jeringa maldita escupiendo líquido negro
por su boca profana,
y penetró en la frontera de la retina,
atravesando mi ojo como en lenta caravana,
y me aferraba, y gritaba el horror de verla entrando
y el dolor de ya no ver,
y atravesó mi cerebro
y vomitó sus entrañas,
y una vez terminada la perversa cópula,
abandonó las mías lenta y torturantemente,
y ciego desde entonces,
limitado y ajeno al mundo
me pregunto agonizante día con día:
“¿Qué hice yo para merecer
que me miraras a los ojos?”
La contemplación de las horas
una recopilación de goteras golpeteando contra el techo,
la pena capital para Morfeo,
la reina incertidumbre, el peso por lo hecho,
el miedo por lo muerto, el tiempo para anhelarte,
el precio por tus besos.
El tiempo de algunas noches parece muerto,
y hay que velarlo en la contemplación de las horas
soñando despierto,
inventándome tonos similares a los tuyos
que me arrullen con su canto, para soñar con tu cuerpo.
El insomnio es el trance delicioso del recuerdo,
el trago de vinagre por miedo a morirse seco,
el resonar del reloj
con arritmia en los minutos,
las cataratas del cuerpo
y vos en un barril;
como decir, es el sueño…
Dominicana
Tan progresiva y tan abandonada, tan joven y tan vieja... la isla con sus montes y su café de jarabacoa, sus mujeres bellas y su caos vial. Y si el paraíso tiene playas, se han de parecer a estas, y si hay una pausa en el universo vertiginoso, debe ser el parque de puerto plata, cercano al mediodía. Y si hay un portal del tiempo, debe ser la Plaza Colón. Ahora entiendo por qué Brida tiene ese brillo en sus ojos, porque cada pupila refleja la isla y sus mares, y en ocasiones, cuando ella atraviesa un huracán, las islas de sus ojos dejan escapar algo de esa marea que intentan contener, y el sabor de ese agua es igual de salado, y su color igual de cristalino. Eso se llama llevar la patria por dentro.
Te tuve cerca en un abril, tan lejos....
Abril de 2006.
Vida
dejando tras de si cenizas y recuerdos,
y soltando al aire el humo de mi poesía
Perseo

El tiempo es la Gorgona convirtiendo memorias en estatuas de piedra. Cuandos la nostalgia camina por sus jardines, llora el destino de cada uno de esos pétreos guerreros, evocando la memoria de quienes fueron y despidiéndose, con el dolor del reconocimiento y la tumba, como esperando la llegada de un héroe con escudo brillante que le devuelva la vida al pasado.
Y como los jardines de la nostalgia están en nuestro interior, uno siente cada espina.
El tiempo convierte las reminiscencias en daguerrotipos, las secuencias en cuadros, las olas en espuma. Lo único que tenemos para vivir es el tiempo, amigos míos. "Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos".
Cuando la Medusa emerge del fondo atravesando mis ojos y me paraliza la mirada, y congela pétreamente mi cuerpo, siempre existe un Perseo que corre muy detrás de ella, reviviendo las ánimas de piedra que se mueven y hablan y lloran y ríen y resucitan en el jardín interno de mi nostalgia; siempre existe un Perseo que aún siendo yo piedra, me provoca una sonrisa, y entonces los únicos músculos que se mueven en mi cuerpo son los labios y el corazón.
Y siempre, muy detrás de Perseo, vuelve a salir Medusa burlándose de nuevo, convirtiendo los recuerdos en piedra mientras el héroe sale del jardín de la Gorgona nostalgia y me atraviesa y pasa, de los brazos de Hermes, hacia el exterior, devolviéndome la conciencia, despetrificando. ¡Oh, círculo vicioso el de la remembranza, hermanos míos!
Ahora decime vos, poeta, ¿por qué te has empeñado en hacer jardines de piedra? ¿Por qué querés seguir colgando daguerrotipos en nuestras paredes?.
Será que sabés muy en el fondo que al final de nuestro tiempo de nuevo vendrá Perseo desparalizando todo lo interno, al fin le cortará a Medusa la cabeza y le verá el rostro reflejado en su escudo, y esta vez, hermano poeta, esta vez no pasará ligero ni saldrá por nuestros ojos. Esta vez liberará todas las ánimas y no emergerá al exterior, sino que dará la vuelta.
Esa última vez, compañero, tu cuerpo y el mío sí quedarán pétreos, hasta volverse polvo.
¿Será tu lucha por la vida nuestra tan cansada y monumental, tan perseverante y necia como nuestros Perseos?¿Será tu saudade del tamaño de tu esperanza?
Panama City
Aclaración respecto al rescate....
Ahora que si puedo hacerme cargo de él, no lo dejaré más de lado, continuándolo no solo como espejo, sino como experimento. ¡A ver si logro tocar sus fibras, adivinar lo que tiene adentro! ¡A ver si usted me responde! de seguro se moverán cosas interesantes.
¡¡¡Bienvenidos, de nuevo, a Claveoscura!!!
Ecos

Cuando lo que dije retumbó en mis adentros y botó el andamio donde se colgaba el hilo en el que mi alma hace equilibrio, me di cuenta del poder del eco.
La conciencia, que generalmente es la que grita desde el fondo, solo atinó a decir "¡qué bruto este animal!", y a esconderse para no ser aplastada por los escombros.
Mi alma cayó, pero como es etérea, poco vale.... aunque el sentimiento de vacío en el estómago es por demás incómodo.
El alto precio por hablar a la misma velocidad del pensamiento. Y esta vez hablé más rápido.
La palabrá bajó la cadena y todo se fue por el desagüe dejando fría la losa sanitaria que en ese momento era el cuerpo.
Sabe a lo que me refiero... usted también ha metido la pata.
Redefinirse
Transplantarnos de un lugar a otro, para no secarnos, y enfrentar nueva luz, nuevo humus bajo nuestros pies, sin saber con exactitud cuánto hemos colaborado para que la tierra que dejamos se vuelva más fértil.
Al final, ¿habremos abonado la parcela, o nuestras hojas habrán caído en vano?¿Seremos recordados por nuestra sombra, por nuestros frutos? ¿Nos marchitaremos con nueva tierra bajo nuestras raíces?
¿Cómo saberlo?
La nostalgia y el miedo, la duda y lo que conlleva que es peor que la duda. Pero si la raíz es fuerte...
Redefinirse. La manera que tiene la vida de enseñarnos a abrir y cerrar puertas. La agricultura del destino que nos injerta variedades ajenas justo en el corazón del tallo, para que demos otros frutos, y a veces, crezcamos.
Suerte y calma, maestro de la paciencia y la tolerancia. Ya tu hora va llegando, y te irá bien.