Dominicana

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Desde el cielo, de noche, parece una galaxia nueva con miles de estrellas titilando. De día, es una perla incrustrada en una esmeralda.
Tan progresiva y tan abandonada, tan joven y tan vieja... la isla con sus montes y su café de jarabacoa, sus mujeres bellas y su caos vial. Y si el paraíso tiene playas, se han de parecer a estas, y si hay una pausa en el universo vertiginoso, debe ser el parque de puerto plata, cercano al mediodía. Y si hay un portal del tiempo, debe ser la Plaza Colón. Ahora entiendo por qué Brida tiene ese brillo en sus ojos, porque cada pupila refleja la isla y sus mares, y en ocasiones, cuando ella atraviesa un huracán, las islas de sus ojos dejan escapar algo de esa marea que intentan contener, y el sabor de ese agua es igual de salado, y su color igual de cristalino. Eso se llama llevar la patria por dentro.