De irse, volver e irme volviendo...

|


Volver es pisar los adoquines ahora flojos de las calles de infancia. Es darse cuenta que todo se mantiene inalterado y distinto. A veces tu senda y la mía se reencuentran después de tanto tiempo. A veces, para ir a nuestro templo nos topamos en caminos comunes.Por eso antes de irme y volver e irme volviendo despacio para ver si provoco un encuentro nada casual, me asalta la sorpresa refrescantemete dulce de un reverdecer.Aceptalo. Nos fuimos, volvimos, nos fuimos de nuevo... esto de ir y volver e irse volviendo propio con cada regreso sólo tiene sentido si entre viaje y viaje nos tomamos un café vos y yo, sentados en las mismas bancas que aún no se dejan vencer por los años. Sólo tiene sentido matar el día de una estocada, si es por la promesa de que estarás en aquel viejo bar remodelado, donde otros como éramos nosotros entonces hacen las mismas cosas que hacíamos hace ya tanto tiempo.De ahí nos fuimos, volvimos y nos fuimos volviendo ajenos. Y volvimos y lo hicimos propio de nuevo, con cada reencuentro.Vos también estás inalterada y distinta. Ya no sos la Soledad acompañada que tanto se metió conmigo a ponerle los cuernos a media humanidad. Sos Soledad y hoy estás sola. Fijate que yo también. No habría nada peor que irse, volver e irse volviendo mobiliario, recuerdo, neblina...¡Qué bueno reencontrarte! ¿Pasás por aquí siempre? Vamos a la tortu por un café y por un beso. El café lo invito yo, pero para el beso, tenemos que hacer banca. Ya mis tiempos de ladrón se fundieron en recuerdos, y cuando las cosas se comparten salen mucho mejor.