¡Me escribo tan poco últimamente!
Son tan escasos los lapsos en que me encuentro,
me fumo, me escucho y me respondo,
y a veces, para ganar confianza, me converso…
Ignoro si conversar y convertir son hermanas de leche,
pero, ¡cómo influye en ocasiones una buena discusión
conmigo o con cualquiera!
¡Qué placer aquel de cuando se bota una hilera,
pensamientos racionales, dominó impuesto,
romper estructura, cada cosa significa,
cada gramo de ceniza un campo semántico,
una idea cada gramo de ceniza!
¡Qué poco me visito últimamente!
Aún sabiendo dónde vivo, aún viviendo,
procuro evitar el domicilio donde me fui a esconder
en el más escandaloso concubinato,
con vos, tu recuerdo y mi poesía,
siendo felices los cuatro, no existiendo,
y yo ahora me muerdo los nudillos de la envidia,
y gasto en llamadas, en zapatos, en correo,
pero no disco, no camino, no escribo,
y sólo sé de mi cuando en la calle,
de pura casualidad me encuentro y me sonrío…
Últimamente, las noches son tan largas,
y los días tan fríos,
que prefiero esperar la próxima estación
antes de buscarme y preguntar
cómo está aquel yo que se fugó contigo…