Como una segunda piel te añoro en las entrañas,
trascendente, volátil, presente e intangible,
tan esperanza, tan aire,
como al recorrer tu vientre tantas veces escalado,
y crear los griegos elementos que conforman la materia.
El sueño de las frases en tus ojos ilegibles,
el fuego en las paredes, en las lunas, en la almohada,
el aire en las mareas, en nuestro oleaje salado,
el cosmos en tu ombligo, en tus promesas de madre,
como vestidos de Olimpo que al volar no dejan huella.
Añoro los tambores, el calor, el viento denso,
las danzas africanas a cien horas por segundo,
en el pecho, para el mundo
que se detiene y escucha capturándonos los ecos,
mientras todo lo llovemos, consumados, casi verbos.
Y llega el momento, la lanza temible,
los héroes, las antorchas, los gritos y las marchas,
y Nicoya dormida abrupta se levanta,
y nos ve de guerrilla, uniformados de plata,
mas se aleja de puntillas, pero su risa es audible,
y la noche se avergüenza como envidiosa del alba.
Como una segunda piel, pareces escucharme,
y te duermes en mi pecho, y sin darte cuenta, me matas.
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2 comentarios:
Que bueno leerte de regreso y publicando!
De verdad espero encontrar la persona que evoque en mi el recuerdo de este poema
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